REDUCIR VULNERABILIDADES DE CARA AL FUTURO
- Juan Pablo Martinez
- 13 nov 2014
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Publicado el 2014/11/13 por Editorial
Juan Pablo Martínez Moscoso
Hace pocos días el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó el Informe sobre Desarrollo Humano 2014 con el Título” sostener el Progreso Humano: Reducir vulnerabilidades y construir resiliencia” que aborda los progresos en la aplicación de los objetivos del milenio y como a nivel global ha existido un avance significativo en varios aspectos, sin embargo existe dos preocupaciones clave, la primera es como sostener esos progresos en un planeta con recursos finitos y una población humana que sigue creciendo sin control, como ejemplo de estos desafíos está el hecho de que para 2050 deberemos ser capaces de producir alimentos para 2000 millones de personas adicionales a las que ya poblamos la Tierra. El segundo elemento clave es como adaptarnos a un mundo cambiante y en el que el cambio climático inserta un factor de incertidumbre respecto a nuestra capacidad de adaptación. Por esto el informe apunta a dos elementos fundamentales para la humanidad la reducción de vulnerabilidades e incrementar la resiliencia. Estos conceptos deben ser la base del diseño de las políticas públicas de todos los países y de los acuerdos internacionales. Para entender estos términos creo que la mejor forma es a través de la metáfora del experto en riesgos colombiano Gustavo Wilches Chaux para quien “aguaceros”, se refiere a todo aquello que puede representar una amenaza para nosotros, es decir, son las múltiples expresiones de la dinámica de la naturaleza que siempre han ocurrido y de las cuales forma parte eso que los científicos dedicados al tema designan como variabilidad climática: ese carácter permanentemente cambiante que forma parte de la esencia del clima; y “goteras” a todo aquello por lo cual nuestros territorios son incapaces de convivir sin traumatismos con esa amenaza, en este sentido, el techo es el territorio. Los efectos de esos “aguaceros”, como de los “aguaceritos” de siempre, que antes no generaban desastres, sino que formaban parte de la “normalidad”. Pero que ahora sí son desastrosos, no porque sean más fuertes o más abundantes, sino porque cada vez nuestros techos tienen más “goteras”, que los hacen incapaces de convivir aún con la “normalidad”. En resumen los “aguaceros” son las amenazas sobre las cuales tenemos poca capacidad de actuación y las “goteras” se refieren a la vulnerabilidad, sobre la que si podemos y debemos trabajar para aumentar la resiliencia. Para el mismo autor y desde el punto de vista de la adaptación al cambio climático, la resiliencia de un territorio, es la capacidad de sus ecosistemas y de sus comunidades para absorber sin traumatismos los efectos del cambio climático (y de otras amenazas no necesariamente ligadas a ese fenómeno global), y para recuperarse adecuada y oportunamente de los impactos negativos que esos efectos puedan causar. Para reducir la vulnerabilidad planetaria respecto al cambio climático la principal asignatura pendiente es la reducción de los gases de efecto invernadero, es evidente el fracaso de cualquier intento mientras las dos potencias con mayor producción de CO2 del planeta se nieguen a acatar los convenios internacionales, sin embargo parece que la situación está a punto de cambiar y esta semana podría ser histórica para el futuro de la humanidad a partir de las declaraciones conjuntas de China y Estados Unidos durante la cumbre Asia Pacífico en la que han dado muestras claras de estar en la línea de comprometerse a una reducción significativa de sus emisiones, este punto de inflexión en la gestión ambiental global lo analizaremos con mayor profundidad en el próximo artículo de esta columna. @juanpmm