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ESPECIES EXÓTICAS IRRESPONSABILIDAD HUMANA Y ATENTADO A LA VIDA SILVESTRE

  • @juanpmm
  • 22 mar 2016
  • 5 Min. de lectura


En estos últimos días, una serie de acontecimientos y notas de prensa me han llevado a reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos los habitantes de un país mega diverso como el Ecuador en la conservación de la vida a planetaria. Si bien es un orgullo para nosotros la altísima biodiversidad que posee nuestro país, también debemos entender que nuestras acciones pueden generar impactos mucho más graves sobre la permanencia de la vida en el planeta que aquellos que realicen pobladores de otras latitudes donde la variedad de formas de vida es menor.


Lo primero, es que el día 3 de marzo se celebró el Día mundial de la vida silvestre, una celebración planteada por la Convención de diversidad biológica (CDB) y que busca mover la conciencia de los habitantes del planeta sobre la importancia de las especies silvestres en nuestra propia vida. Éste año el eslogan de la celebración es que “el futuro de la vida silvestre está en nuestras manos”, mientras reflexionaba sobre esta frase, inmediatamente recordé una escena que había fotografiado hace 15 días en la zona costera del cantón Pucará, en donde, mientras conversamos con una habitante de la tercera edad respecto al uso que le dan algunas especies del sector, por ejemplo, que ante fuertes dolores de cabeza se colocan una rana (Epipedobates anthonyi) en la frente y el dolor les pasa inmediatamente, debido al efecto analgésico de la epibatidina que emana su piel, me llamo la atención ver a uno de sus nietos sosteniendo en su mano a un polluelo de tangara que se había caído de su nido, y como el con gran preocupación, pero sobre todo con mucho amor e ingenuidad trataba de tranquilizarla y alimentarla con frutas para que lograra sobrevivir.


La actitud de ese niño es completamente opuesta a la que normalmente asumimos con mucha irresponsabilidad quienes habitamos este país, al inicio decía que fueron varios eventos los que me llevan a escribir el presente y entre ellos debo citar dos noticias que circularon en estos días y que dan claro ejemplo de esa irresponsabilidad de la que hablo, por un lado, la aparición en aguas de Panamá de una especie exótica de pez que aparentemente habría escapado de criaderos ubicados en el Ecuador y por otro lado, la polémica levantada por la frase de una autoridad municipal que muy a la ligera ponía en debate si sus habitantes preferían agua potable o jirafas.


TEORIA SOBRE LAS ESPECIES EXOTICAS


Para quien no está involucrado en el estudio de la ecología, puede resultar irrelevante si una especie es nativa o exótica, pero para los ecosistemas esta diferencia puede ser crucial conservación. Según la CDB una especie exótica es toda especie que está presente fuera de su propagación normal y la UICN amplíe esta definición haciendo notar que puede ser no solamente una especie, sino también una subespecie, una raza que se encuentran afuera de su área de distribución natural tanto presente como pasada o incluso de su distribución potencial que es aquella que podría alcanzar en el futuro sin introducción o cuidado por parte de los humanos. Existe una amplia discusión sobre la necesidad de evidencias históricas del proceso de introducción, por lo que hay especies como el capulí, los zigzales y otras que pudieron ser introducidos en períodos precolombinos y de las cuales no se tiene una evidencia. Sin embargo, en lo que sí existe un acuerdo, es que las introducciones no necesariamente deben ser deliberadas, en muchas ocasiones pueden ser accidentales o incluso no deseadas como el caso de la introducción de ratones domésticos y ratas en todo el planeta.


Bajo este concepto, todas las especies domésticas, son exóticas en nuestro país el problema más grande se da cuando una especie exótica se vuelve invasora, es decir, rebasa las posibilidades de control por parte de los humanos; los casos más importantes son los gatos, perros y cabras ferales que atentan contra la vida de las islas Galápagos.


CASOS EN EL ECUADOR


En nuestro país, los casos son abundantes y no solamente son animales como los ya descritos o la rana toro, sino también, varias especies de plantas como el kikuyo (Pennisetum clandestinum) proveniente de África central y que, al haber encontrado condiciones muy distintas a las áridas de su región de origen, se ha vuelto casi omnipresente en las áreas intervenidas en nuestro país. Otras plantas que vale la pena citar son los eucaliptos australianos, las acacias africanas y australianas, que generan grandes impactos sobre las especies nativas, por competencia, desplazamiento como en el caso de los eucaliptos y pinos que generan sustancias químicas que impiden el crecimiento de otras plantas a su alrededor o las acacias cuyos frutos envenenan lentamente y conducen a la muerte de nuestras aves.


DE LA TRUCHA A LA COBIA PASANDO POR LA TILAPIA


Los ecosistemas acuáticos, son particularmente sensibles, y los efectos de la introducción de especies pueden ser muy graves y poco manejables. La introducción en el siglo pasado de la trucha asalmonada europea y la trucha arco iris norteamericana se realizaron en varios ríos y lagunas de la región andina del Ecuador. Estas especies, particularmente el arco iris, es un predador activo y muy agresivo que puede terminar con las especies nativas que habitaban los ríos antes de su llegada. En Europa por ejemplo la trucha arco iris ha llevado al peligro de extinción a la trucha asalmonada en gran parte de su distribución original. Estudios en la cuenca del lago Titicaca en el lado boliviano dan cuenta de la extinción de casi el 80% de las especies nativas a causa de la trucha. En nuestro país a estos peces, se los considera responsables, al menos en una parte de la desaparición de muchas especies: ranas como los hucugs (Telmatobius) o ranas arlequín (Atelopus); los bagres o preñadillas (Astroblephus) que eran tan abundantes en nuestros ríos, que cuya pesca, constituía uno de los eventos principales de las fiestas de nuestra ciudad hasta la década de 1920. Pero quizá el caso más triste es el del ratón pescador del Cajas (Chibchanomys orcesi) que se alimentaba buceando activamente en lagunas y riachuelos en busca de pequeños bagres y que pasó de pescador a presa al ser consumido por las truchas, lo que le tiene al borde de su desaparición.


Algunas especies exóticas actúan como la trucha y eliminan activamente a las especies nativas, un caso similar es el de la rana toro en la costa y Amazonia de nuestro país. Por otro lado, están especies como la tilapia, que no son predadores, pero son lo que se denomina competidores oportunistas; su estrategia reproductiva (miles e incluso millones de huevos al año), la alta supervivencia por no tener predadores y competidores naturales y su amplio rango alimenticio, hacen que al poco tiempo de su introducción comiencen a desplazar a las especies nativas y con el tiempo se vuelvan la especie dominante del ecosistema. En el caso de la tilapia, éstas no se han introducido en los ríos, como la trucha; si no son criadas en cautiverio, pero por accidentes (crecientes de ríos e inundaciones) han terminado en los mismos, generando los problemas citados.


Con estos antecedentes, me parece por lo menos irresponsable, iniciar la cría en cautiverio en mar abierto de una especie depredadora de mares fríos y poco productivos como la cobia, que en las condiciones, de alta productividad de nuestros mares, probablemente pueda reproducirse de manera exponencial y atacar poblaciones de especies nativas.


JIRAJAS O AGUA POTABLE? EFECTOS INDIRECTOS DE LA INTRODUCCIÓN IRRESPONSABLE


Finalmente, uno de los efectos indeseables de las especies exóticas se da en la percepción de la naturaleza que tiene el habitante urbano. Pretender basar la identidad de una región como Loja, en una especie exótica, hace que nos olvidemos de toda la maravilla natural que la rodea, con el Parque nacional Podocarpus, sus valles, su bosque seco y la diversidad cultural de su gente. Todo esto sumado, a los riesgos para el bienestar de unos individuos que serán llevados a un ecosistema distinto al propio. Con los limitados recursos para la conservación de las especies silvestres de nuestro país y la posibilidad de educar a nuestros habitantes respeto; en lo personal, me parece un despropósito despilfarrar dinero en traer animales destinados al sufrimiento para satisfacer las vanidades personales.



 
 
 
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