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DERECHOS ANIMALES, ANIMALISMO Y ÉTICA

  • Foto del escritor: Juan Pablo Martinez
    Juan Pablo Martinez
  • 5 ago 2016
  • 6 Min. de lectura

Texto e imágenes: Juan Pablo Martínez Moscoso

@juanpmm


La relación con los perros, se basa en la afectividad, pues la selección les ha dado características de eterna infancia


En los últimos tiempos, en nuestra ciudad se ha puesto sobre la mesa de discusión en varias ocasiones la necesidad de normar la relación entre los seres humanos y las especies animales, hecho que ha llevado a la generación de normas locales, pero sobre todo una discusión ciudadana, que principalmente se ha desarrollado en las redes sociales, con la subjetividad y potencialidad de que la discusión se vayan alejando de un campo técnico-político y se acerque cada vez más a un fundamentalismo basado en lo sentimental.


La relación entre los seres humanos y los animales, tiene varios miles de años de evolución, siendo inicialmente relaciones basadas en lo utilitario, por lo cual es evidente, que la primera domesticación de la que se tiene evidencia sea la del perro hace más de 10,000 años, domesticación que hasta donde se conoce, se dio de manera accidental. Pues los primeros grupos humanos que se asentaron en campamentos fijos, se dieron cuenta que los lobos se acercaban a aprovechar los huesos y demás restos que estos grupos cazadores no podían aprovechar de sus presas, pero para los humanos la presencia de estos merodeadores se volvía positiva, pues evitaba que otros animales como osos y otros carnívoros que resultaban peligrosos para nuestros ancestros no se acercaran a sus campamentos.

Las siguientes domesticaciones, a pesar de que podría pensarse serían la de animales domésticos que sirven para alimento, al ser estos grupos de cazadores recolectores, preferimos domesticar especies útiles para la guerra y la conquista como el caballo. El 90% de la historia de nuestra relación con los animales domésticos, ésta fue absolutamente utilitaria. Se criaban animales para que sirvan como alimento, otros como los caballos por los bueyes para el trabajo del campo, los gatos para evitar la infestación de plagas de roedores y los perros para una serie de labores, relacionadas principalmente con el cuidado de los rebaños o la cacería.


Sin embargo, en los últimos siglos y con mayor intensidad en los siglos XX y XXI se ha generado una brecha en la relación entre dos grupos: los animales domésticos utilitarios, con los que no tenemos una relación de afecto y por otro lado los perros y gatos que han adquirido un estatus cercano al humano. En estos días esta dualidad ha venido rondando mi cabeza como un hecho que ocurrió en el parque El Paraíso, en donde un perro o un grupo de perros atacó a un grupo de patos y gansos matando a casi tres decenas y dejando varios heridos, independientemente de las medidas que se podían tomar para prevenir situaciones como esta, lo que me llamó más la atención, fue la de expresiones que se difundieron en la radio de una persona que señalaba que está bien, pues en la escala animal el perro está por encima del pato. Esta escala, absolutamente arbitraria, pero presente en el imaginario de muchas personas está relacionado directamente con esa relación asimétrica que hemos visto.


Los gatos son animales solitarios y oportunistas por naturaleza

Uno de los científicos que ha estudiado más esta relación es el etólogo Desmond Morris, quien en su libro el Zoo humano cuando analiza la relación entre los humanos y los animales, señala que en las grandes ciudades, comienza a existir un aislamiento entre las personas que genera una sensación de soledad y desesperación que las personas buscan llenar con una mascota a la que le asignan no sólo derechos, sino también sentimientos y en el caso de muchas razas incluso se busca asignarles caracteres fenotípicos humanos. Es la razón por la que, a muchas razas, conocidas como de compañía se ha seleccionado las cabezas y ojos grandes, porque según Morris esto hace que tengan una imagen eternamente infantil lo que moviliza nuestros sentimientos de compasión y cuidado.


Si bien, es válido tener una relación de afecto con nuestras mascotas el mismo Morris señala que el primer acto de irrespeto a los derechos de un perro es no respetar su condición animal y pretender asignarle comportamientos humanos. En estos días también le a un importante líder de opinión, que en una de sus redes sociales instaba a las personas a no sólo respetar a sus mascotas sino respetar a sus congéneres en el derecho a un espacio público limpio, pero lo que me llamó la atención fue que él señalaba: “Estoy totalmente de acuerdo en la preciosa relación de afecto que se crea entre la mascota y su dueño, sentimiento que tiene lugar a partir del cuidado mutuo”; lo cual claramente muestra como en el imaginario de las personas los perros principalmente aunque también los gatos tienen un estatus semi humano que naturalmente no se sostiene, pues en el fondo los perros son lobos que se han adaptado a vivir con nosotros. La diferencia en la “fidelidad” de los perros respecto a los gatos, radica justamente en el comportamiento de sus ancestros en el medio natural pues los gatos silvestres son animales solitarios y oportunistas que están donde hay comida, por lo que si nuestro gato encuentra un nuevo hogar donde recibe cuidados, no tendrá problema en abandonarnos al contrario los lobos son animales que viven en manadas con una estructura muy fuerte en donde el líder de la manada es quien consigue el alimento, por tanto nuestro perro considerará a nuestra familia como su manada y a quien lo alimente como un poderoso cazador a quien le debe respeto.


Perro con espinas en el hocico luego de atacar a un puerco espín

Esta relación también genera una asimetría por cuanto en la cultura popular el lobo siempre ha sido el malvado de los cuentos, un salvaje comedor de humanos, mientras el perro ha sido su mejor amigo, esto lleva a una relación dual entre el animalismo y la zoofobia. Para ilustrar estos conceptos, voy a citar un ejemplo de una noticia que se difundió en varios medios a nivel mundial y en las redes sociales, sobre un episodio entre un perro y un puercoespín; los titulares fueron variados, pero en general muy similares al que me permito transcribir a continuación: “Sobrevivió luego del feroz ataque de un puercoespín”, con este llamativo titular continúa leyendo y la nota decía lo siguiente: “El hecho sucedió en Saskatchewan, Canadá. Su protagonista principal es un perro que jugaba con sus amigos en un campo. Lo que nadie se imaginó es que fueran atacados por un violento puercoespín…” “…Afortunadamente, una campaña iniciada en internet, iniciada por un amigo del dueño de los perros en el sitio 'GoFundMe', no solo que conmovió a la opinión pública, sino que lleva recaudado más de 15 mil dólares”.


El puerco espín es un roedor tímido e inofensivo, que usa sus púas como único sistema de defensa

En este ejemplo, muestra cómo los humanos hemos generado un fuerte apego hacia las especies domésticas y las hemos expuesto a una especie de dicotomía con respecto a las especies silvestres. En este caso es claro cómo le asignamos al perro un estatus semi humano mientras el puercoespín por su forma tiene en nuestro imaginario una connotación de salvajismo y ferocidad. Es muy común en nuestros campos en contra casos similares de perros que intentan cazar a estos huidizos y tímidos roedores, cuyo sistema de defensa consiste en ponerse de espaldas al atacante y perder sus púas. Claramente nos encontramos ante dos tendencias ideológicas o psicológicas de enfrentarnos ante una misma realidad, por un lado, como sociedades tendemos hacia el denominado animalismo concepto de tipo tipo igualitarista que pretende colocar en el mismo nivel a seres humanos y a animales, y para ello frecuentemente recurre a una victimización extrema de los animales y en la criminalización del ser humano, o en este caso las especies silvestres, pero, por otro lado, frente a las especies silvestres de las cuales conocemos muy poco reaccionamos con lo que se puede denominar como zoofobia, que es un miedo irracional a los animales. Esta fobia es bastante común entre los niños pequeños, y en algunas personas, que persiste hasta la edad adulta. El miedo, siempre está atado al desconocimiento por lo que como sociedad debemos tender al equivalente a las sesiones de desensibilización, en los que el paciente está expuesto a animales o las imágenes de los animales en pequeños incrementos para crecer más cómodo con ellos. Como sociedad esto implica afrontar el problema desde la información y comenzar a conocer más sobre los animales que habitan nuestro entorno.


Otro tema de discusión debe ser el concepto de "derechos de los animales", en el cual los animales son sujetos de derecho, lo que contradice la teoría de Derecho la cual establece que todo derecho conlleva responsabilidades y obligaciones, que claramente los animales no pueden ejercer. Por tanto, desde el punto de vista la respuesta debe venir desde una perspectiva ética que respete a todas las especies y elimine cualquier tipo de violencia hacia los animales.


 
 
 
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